Cine: tres recomendaciones de 2014 hechas en casa

La verdad es que tengo cierta tendencia a lo que podríamos llamar “cultura de proximidad”; las películas, la música, los poemarios que me atrapan son a menudo hechos cerca de casa. No sé si por empatía, por accesibilidad o por casualidad.

Por eso al pararme a pensar en el cine de 2014 que he visto, no me ha sorprendido demasiado reparar en que en la cúspide del ranking hay mucho cine español. Y de calidad. De hecho, creo que este ha sido un año especialmente bueno, no sé si en la creación de buenas películas o en su difusión, porque estoy convencida de que buenas piezas las hay todos los años, otro tema es que lleguen a nuestros ojos y oídos.

Y precisamente por eso, por si a alguien aún no le han llegado estos títulos, me gustaría compartir tres recomendaciones de este 2014, las tres películas españolas que se han quedado dando vueltas por mi mente mucho tiempo después de verlas.

Magical Girl, de Carlos Vermut, es una película redonda. Guion y fotografía impecables, música desconcertante y tensión permanente. Provoca sonrisas, provoca risas, provoca escalofríos y provoca dentera. Precisamente es lo que más me apasiona de ella: sacude al espectador, y eso es complicado de encontrar hoy en día, en que estamos acostumbrados a casi todo y cada vez nos sorprendemos o alteramos menos al ver una película. Uno no sale indiferente de la sala (o del salón) después de ver Magical girl. Y eso vale una Concha de Oro, y mucho más.

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10.000 km, de Carlos Marqués-Marcet es un canto agridulce (tal vez más agrio que dulce) a las relaciones a distancia en la era de la información. De hecho, no solo habla de relaciones a distancia, sino de relaciones en general. Su lenguaje, universal pero sutil, va directo a lo más hondo casi sin que nos demos cuenta. Y es que no se trata de una película de grandes dramas, sino de desgastes cotidianos, de pequeños detalles con importancia. La identificación es la carta más alta que juega Marqués-Marcet, y lo hace con maestría. Eso sí, nudo en la garganta asegurado.

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Las altas presiones, de Ángel Santos, ha sido el gran descubrimiento de este año. Un viaje introspectivo, pausado pero no apacible, que explora un momento vital complejo de su protagonista. Extremadamente cercana, la película nos lleva de la mano por los parajes gallegos y logra armonizar un lenguaje agradablemente poético con el golpe de aire frío de la realidad desnuda. Hace poco, blogdecine.com la situaba en esta lista de las grandes desconocidas (y recomendables) de 2014, y con toda la razón. Es merecedora de un protagonismo en el panorama nacional que, por desgracia, no ha tenido.

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Es necesario hacer una ‘mención especial’ al Festival Rec de Tarragona, que proyectó las tres joyitas durante su última edición, el pasado mes de diciembre. Además, las sesiones contaron con la presencia de los tres directores, que nos regalaron muy buenos momentos y palabras, y demostraron que las grandes películas suelen salir de grandes personas.

Y, como bonus track, aprovecho para reivindicar la poca valoración que se da a la comedia cuando hablamos de cine de calidad. Carmina y amén y su antecesora Carmina o revienta son, en mi opinión, la clara demostración de que es posible hacer comedia autóctona de calidad y sin caspa. Ahora que está tan de moda que los actores se pongan a dirigir, con un escaso porcentaje de éxito, Paco León ha supuesto una sorpresa grata, especialmente en la dirección actoral: los intérpretes trabajan sin guión, aunque acaban por llegar a él a través de las indicaciones del director, de manera que la naturalidad resultante constituye uno de los trabajos de interpretación más convincentes de nuestro cine en mucho tiempo. Una sesión muy recomendable de risoterapia, pero como la vida misma, cruda y sin paliativos.

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Por suerte, me dejo por el camino muchas otras buenas películas de este último año, pero las que os he dejado arriba son una muestra de que por estos lares tenemos talento para rato.